7.5 Percepción
Percepción es la impresión del mundo
exterior alcanzada exclusivamente por medio de los sentidos. La percepción es
una interpretación significativa de las sensaciones.
Limitando el estudio de las
percepciones sólo al campo visual, diremos que, es la sensación interior de conocimiento aparente que resulta de un
estímulo o impresión luminosa registrada en nuestros ojos.
El acto perceptivo, aunque cotidiano
y realizado con automatismo, no es nada simple y tiene múltiples implicaciones,
pues es evidente que el mundo real no es lo que percibimos por la visión, y por
ello se precisa de una interpretación constante y convincente de las señales
recibidas.
De la larga discusión sobre el origen
de las percepciones mantenidas por los filósofos, unos mantienen el nativismo
(reacción intuitiva e innata), y otros el empirismo (fruto del aprendizaje y
acumulación de experiencias). Hay una tercera postura mantenida por los
filósofos de la Gestalt, sugiriendo que, es producida por una realización
característica y espontánea del sistema nervioso central, que pudiera llamarse
"organización sensorial". Si bien los últimos experimentos llevados a
cabo por Gibson y Walk, con su "risco visual", reafirma la tesis de
una percepción innata del espacio, nosotros pensamos que el perceptor siempre
establece - de modo inconsciente - un cuadro de comparaciones entre sus
impresiones almacenadas por experiencias anteriores y las sensaciones
presentes. Creemos que la percepción visual, al menos, requiere un aprendizaje
que se va realizando durante toda la vida, aunque casi siempre de modo casual e
inconsciente, por lo que sufre grandes alteraciones y condicionamientos del
medio en que se ejercita.
En la percepción visual de las formas
hay un acto óptico-físico que funciona mecánicamente de modo parecido en todos
los hombres. Las diferencias fisiológicas de los órganos visuales apenas
afectan al resultado de la percepción, y eso que, tamaño, separación,
pigmentación y otras muchas características de los ojos, hacen captaciones
diferenciadas de los modelos. Su mecánica funcional, inspeccionando por
recorridos superficiales y profundos, rápidos o lentos, itinerarios libres y
obligados, los intervalos del parpadeo o el descanso por el "barrido"
de los ojos, producen una información prácticamente idéntica en todos los
individuos de vista sana. Las diferencias empiezan con la interpretación de la
información recibida; las desigualdades de cultura, educación, edad, memoria,
inteligencia, y hasta el estado emocional, pueden alterar grandemente el resultado.
Porque se trata de una lectura, de una interpretación inteligente de señales,
cuyo código no está en los ojos sino en el cerebro. Estas formas o imágenes se
"leen" a semejanza de un texto literario, unas fórmulas matemáticas o
una partitura musical, y de igual manera tiene su aprendizaje, requiriendo una
gramática que explique sus leyes y profundice el sentido de la lectura.
Sólo muy recientemente, y tal vez por
la enorme profusión de imágenes que fabrica y consume el hombre actual, se está
cayendo en la cuenta de lo incompleta que es la educación escolar para
enfrentarse - con discernimiento racional y preparación técnica - a la continua
información, y también manipulación visual, de nuestra época. El desprecio o
abandono para abordar con rigor este campo, está produciendo retrasos
irrecuperables en la utilización beneficiosa de los logros técnicos conseguidos
en la confección y propagación de imágenes visuales.
PROCESO DE LA PERCEPCIÓN VISUAL
El objeto físico emite o refleja radiaciones luminosas de
distinta frecuencia e intensidad (estímulos).
Las radiaciones luminosas penetran en el interior del globo
ocular a través de la pupila, que se dilata o contrae en función de las
condiciones luminosas por la acción del iris. Hasta llegar a la retina, que es
la parte fotosensible del ojo, tiene que atravesar la córnea, el cristalino y
la cámara interior acuosa.
La retina está compuesta por tres tipos de células
(ganglionares, bipolares y fotorreceptoras). La energía luminosa incide primero
sobre las células ganglionares que no son sensibles a la luz; luego sobre las
bipolares que tampoco lo son y, por último, sobre las fotorreceptoras (conos y
bastoncillos) que son las únicas sensibles a la luz. Hay, además, otros dos
tipos de células: las células horizontales, que conectan entre sí a los conos y
los bastoncillos, y las células amacrinas, que conectan las células bipolares
con las ganglionares.
Sólo una pequeña parte del espectro electromagnético de las
ondas luminosas (el situado entre las 380 y las 780 milimicras) puede ser
captada por los conos y bastoncillos, los cuales están especializados. Los
conos actúan como receptores del color y operan en condiciones de moderada o
alta iluminación ambiental. Los bastoncillos son receptores acromáticos que
operan en condiciones de escasa iluminación ambiental. En el ojo humano hay
unos 120 millones de bastoncillos y entre 6 y 7 millones de conos. En total,
pues, hay más de 126 millones de células fotorreceptoras.
En estas condiciones, los estímulos luminosos producen en la
retina del observador una proyección óptica invertida del objeto. El tamaño de
la proyección óptica varía según sea la distancia entre el objeto y el
observador. La forma de la proyección óptica varía con el cambio de la
inclinación del objeto respecto al observador.
La energía electromagnética que incide sobre los conos y
bastoncillos es transformada en impulsos nerviosos que llegan hasta las células
ganglionares cuyos axones se unen para formar el nervio óptico en el disco
óptico, llamado punto ciego porque carece de células fotorreceptoras y no es
sensible a la luz.
Los haces nerviosos de cada ojo se encuentran en el quiasma
óptico donde parte de ellos se cruzan para ir a parar al hemisferio cerebral
opuesto, de manera que las fibras que salen del lado izquierdo de ambas retinas
(y que corresponden al lado derecho del campo visual) se proyectan hacia el
hemisferio izquierdo y las que salen del lado derecho de ambas retinas (y que
corresponden al lado izquierdo del campo visual) se proyectan hacia el
hemisferio derecho.
Los impulsos nerviosos llegan a través del cuerpo geniculado
lateral del tálamo hasta la corteza visual del cerebro, situada en el lóbulo
occipital, modifican su estado fisiológico y se produce la experiencia
perceptiva.
Referencias:
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